14 de febrero de 2011

El seudónimo.

En primer lugar, no me llamo Nima. Ni me llamo Nima ni no tengo nombre, pero tampoco voy a revelar el mío real. Voy a usar ese porque es muy incómodo para mí llevar un blog sin llamarme de alguna forma, y aunque no deje de ser anónima todo el tiempo, "anónima" no es un nombre.

Me ahorraré las presentaciones porque no tengo muchos datos que dar si quiero seguir siendo anónima y a parte, seguro que a nadie le interesan. A nadie le interesa como me llamo, qué edad tengo, dónde vivo, cuáles son mis gustos sobre música, cómo se llama mi madre ni la hora a la que me levanto por la mañana. De todas formas va a ser inevitable que muchos datos sobre mí salgan a la luz, porque muchas veces nuestra personalidad se refleja en lo que escribimos.

Digamos que me protejo con la máscara del anonimato, expresando lo que pienso sobre la realidad que vivo día a día y siempre desde mi punto de vista. Puede juzgarme tanto positivamente como negativamente quien quiera, sin piedad si es para mal, porque me da igual.

Solo soy una adolescente que se esconde al otro lado del monitor y que tiene ganas de decir lo que piensa públicamente.

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