14 de febrero de 2011

Esclavos del tic-tac.

Aunque no me de cuenta de que respiro hasta que no me pongo a pensar que estoy respirando (te has parado para fijarte en tu respiración tú también, ¿eh?), lo mismo ocurre con el tiempo. Sé que no tengo edad para obsesionarme tanto con eso, pero no puedo evitar ponerme a pensar mucho sobre el paso del tiempo. Antes no le veía ningún interés a todo eso del Carpe Diem, vive el presente, aprovecha el momento. Y ahora no paro de repetirme que tengo que ser consciente de que tengo que hacer las cosas cuando haya que hacerlas y no perder las horas. Es que se van tan deprisa. Tú estás leyendo esto y algún reloj que tengas cerca está sumando segundos para que pase otro minuto y yo mientras escribo veo desde mi ventana cómo avanza una obra que están haciendo cerca de casa.
¿Qué quieres hacer? No, en serio, no es la típica pregunta que plantea un profesor en clase y que nadie hace caso porque tiene cosas mejores que hacer, como preguntarle por el plan del viernes a algún amigo o escribir su nombre en un papel. Lo pregunto otra vez, ¿qué quieres hacer tú?

Ahora mismo puede que no te des cuenta de la importancia de la pregunta como yo, bueno vale, yo seré una rayada y tú no tendrás esa preocupación. Cuando sepas lo que quieres hacer, emplea tu tiempo en dar pequeños pasos hasta conseguirlo y si aún no lo sabes, prepara el camino para que cuando lo sepas, todo sea más fácil. Como dicen los adultos que saben bien de lo que hablo: Niño, estudia.


La dulce-terapia.

Han dado las notas de los exámenes y estoy suspendiendo. El chico que me gusta pasa de mí, otra vez. Mi madre no hace más que gritarme y reñirme. Mi hermana pequeña es un coñazo. Mis amigas están rarísimas últimamente. Nadie me entiende y no tengo a nadie con quien hablar... ¡pues toma dulce!
La despensa y el frigorífico guardan todo lo que necesito para recuperarme de esta mala racha.

Las princesas de hoy en día.

Yo creo que el título ya lo dice todo. Bueno, no todo todo, que me toca contar a mí ahora. No voy a hablar de princesas de cuento, de Disney tampoco, ni del concepto de princesa, porque ya lo conoce todo el mundo. Sino del prototipo de "princesa" y chica "perfecta" que veo hoy. El que conozcan otros no es cosa mía.
Yo creía que ser una niña modelo era ir aseada y bien vestida, tener buenos modales, obedecer a mamá y sacar buenas notas, o al menos intentarlo. Cuando estaba en primaria yo cumplía todos esos requísitos (aunque a nadie le importe). Cuando eres más pequeño te dejas guiar por tus padres, te lo dan todo hecho y crees que todo lo que dicen es lo mejor para ti. Al menos a mí me pasaba así.
Pero cuando llegamos a la adolescencia nos creemos que somos ya mayorcitos, que nuestros padres en realidad están locos, que el mundo se ha vuelto contra nosotros y no nos entienden y nos da por llevar la contraria a todo lo que nos imponen. Y la niña a la que entonces copian todas las demás es la más rebelde donde las haya. Les gusta cómo habla, cómo viste, cómo actúa y cómo todo le da igual.

La princesa de ahora se centra en su físico, su vida social y sentimental. Y lo peor es que todas entre ellas se copian y acaban convenciendo a más chicas de que eso es lo que está bien porque es lo que hace todo el mundo y está de moda. Hay que seguir lo que dictan todas las revistas en cuanto a la ropa, fumar, ir a la discoteca, hacer botellón, tener un novio que sea guapo, hablar de una forma, estar al día en tuenti, salir guapa en las fotos, etc, etc. Porque así eres como las demás, eres perfecta y puedes ser popular, ligar más, ser más feliz. Aunque tengas que decirle a tu madre que duermes en casa de tu mejor amiga y sea mentira porque esa noche hay fiesta por ahí y después os quedáis a dormir en casa de un tío que conoce la amiga de la amiga de una compañera de clase. Aunque te compres paquetes de tabaco y los guardes donde no los encuentren en casa. Aunque te guste un chico pero lo tengas que olvidar porque no es el tipo de tío que le presentarías a tus "amigas". Y aunque la mitad de las palabras que dices en una misma frase sean tacos, porque está bien visto. Y bebes porque si no eres rara.

Pero si cumples todo eso eres normal, eres una princesa más.

El seudónimo.

En primer lugar, no me llamo Nima. Ni me llamo Nima ni no tengo nombre, pero tampoco voy a revelar el mío real. Voy a usar ese porque es muy incómodo para mí llevar un blog sin llamarme de alguna forma, y aunque no deje de ser anónima todo el tiempo, "anónima" no es un nombre.

Me ahorraré las presentaciones porque no tengo muchos datos que dar si quiero seguir siendo anónima y a parte, seguro que a nadie le interesan. A nadie le interesa como me llamo, qué edad tengo, dónde vivo, cuáles son mis gustos sobre música, cómo se llama mi madre ni la hora a la que me levanto por la mañana. De todas formas va a ser inevitable que muchos datos sobre mí salgan a la luz, porque muchas veces nuestra personalidad se refleja en lo que escribimos.

Digamos que me protejo con la máscara del anonimato, expresando lo que pienso sobre la realidad que vivo día a día y siempre desde mi punto de vista. Puede juzgarme tanto positivamente como negativamente quien quiera, sin piedad si es para mal, porque me da igual.

Solo soy una adolescente que se esconde al otro lado del monitor y que tiene ganas de decir lo que piensa públicamente.